(fuente: ElPais.com (Lola Huete Machado))
Natascha Kampusch, pasó encerrada en un zulo de Viena ocho años, desde los diez a los dieciocho. En manos de un hombre con una vida normal, residente en un barrio normal, que quiso hacer de ella la mujer de su vida, perfecta y sumisa, construida a su antojo. Ahora publica las memorias de ese tiempo. Y cuenta a 'El País Semanal' cómo vivió 3.096 días sin libertad hasta lograr escapar.
Antes de acudir a la cita con Natascha Kampusch, de 22 años, su asesor nos pide que la llamemos Frau Kampusch (señora Kampusch). Porque ella está cansada de que banalicen su nombre; que se abuse de ese "Natascha" tan familiar y sonoro, como si ella fuera aún el juguete que en verdad fue en manos de Wolfgang Priklopil (1962), el hombre que la secuestró el 2 de marzo de 1998, cuando tenía 10 años, y la mantuvo presa hasta el 23 de agosto de 2006. Ese día, siendo ya mayor de edad, ella reunió la fuerza suficiente para escapar del influjo de aquel al que debía llamar "maestro", al que debía obedecer y servir; un "paranoico de rostro delicado" que la maltrató y la hizo protagonista de una película que solo existía en el "mundo enfermo de su mente".
Ese día, abrió la verja de la casa donde estaba encerrada, anduvo los 30 metros que hay (los contamos luego uno a uno) hasta la esquina, y corrió pidiendo ayuda. "¡No me pises el césped!", le gritó una vecina desde una ventana antes de llamar a la policía. Los agentes no daban crédito. Al descubierto quedaba su ineficiencia de años. Y él, el secuestrador, al volar su presa, se quedó perdido: se suicidó arrojándose al tren.
El 'caso Kampusch' es eso, "el caso Kampusch"; solo tiene una versión, una víctima, una protagonista: ella. No podía haber mejor argumento para un libro. El drama de su vida. Una mala jugada del destino. La historia