lunes, 14 de febrero de 2011

Entrevista al empresario Gao Ping que promueve el arte joven de China en España

(fuente: ElPais.com (Ángeles García))
Gao Ping nació en Hang Zhou, la capital de la provincia china de Zhejiang, hace 44 años. Desde que llegó a Madrid en 1989, sintió que España es un palacio para vivir y, ya casado y con tres hijos, no tiene intención de cambiar de domicilio. Dedicado a negocios de importación y exportación, elige un restaurante del centro de la capital en el que la carta resume lo mejor de la cocina asiática, no solamente de la china.
Mientras reparte la ensalada de algas y los entremeses orientales, recuerda que aprendió español en Sevilla porque allí vivía una tía suya, emigrante desde los sesenta, que tenía varios restaurantes. Se ríe recordando el contraste entre lo que había dejado detrás y la alegría desbordante de las calles andaluzas, donde todo el mundo le hablaba y le hacía bromas. Después vino la apertura económica china y supo aprovechar el momento. Su vinculación con el arte contemporáneo viene de hace un par de años. Primero abrió galería en Pekín, en el distrito 798, el gigantesco barrio artístico que ocupa una antigua fábrica de electrodomésticos y armas. Después, también en Pekín, abrió Iberia, un centro de difusión de arte para dar a conocer a artistas españoles y portugueses. Por él han pasado Ouka Lele, José Manuel Ballester y Soledad Sevilla.
Cuando llega el solomillo con pimienta negra de Sichuan, asegura que en su casa, un mínimo de cuatro días
por semana, se toma comida china, aunque su hijo mayor prefiera los chuletones al pato laqueado. "Mis hijos están totalmente integrados en sus colegios y con las costumbres de los madrileños, pero mi mujer y yo no queremos que pierdan su cultura de origen. Además de los cuatro idiomas que aprenden en la escuela, tienen clase de mandarín y un mes al año lo pasan en China. Yo voy y vengo todo el año, pero no quiero que ellos se desvinculen".
Gao Ping está convencido de que el arte va a servir para la modernización definitiva de su país y contribuirá a componer una imagen muy distinta de la China clásica. La democratización real es otro asunto del que no habla, pero es consciente de que acabará llegando.
Ante las dos tazas de té que hacen las veces de postre, Gao explica que trabaja con un comité profesional para buscar artistas. "Aunque durante el maoísmo no se pudo conocer nada de lo que se hacía fuera, parece increíble cómo todo lo externo ha sido asimilado por los artistas chinos. Los soportes son los mismos y, al final, los grandes temas son siempre de interés universal".

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