martes, 22 de febrero de 2011

Entrevista a CARLOS MAS, Presidente de PRICEWATERHOUSECOOPERS ESPAÑA

(fuente: Cincodias.com (Páz Álvarez))
Siempre quiso ser empresario, pero entró como auditor, nada más acabar la carrera, en PwC. Y ahí halló su destino.
Carlos Mas (foto:Pablo Monge)
Carlos Mas, de 49 años, es valenciano. Se incorporó a PwC en 1985 y 11 años más tarde fue ascendido a socio. Ha ocupado cargos de responsabilidad en las divisiones de auditoría y consultoría, incluyendo la dirección de la oficina de Valencia.
Entrevista
¿Qué sensación le transmiten los empresarios y ejecutivos españoles en este momento?
La sensación es de ansiedad, al existir elementos de incertidumbre, aunque esto va por barrios y no son las mismas preocupaciones para unos que para otros. Ahora hay ámbitos que creo son importantes, como el problema del crecimiento económico y el paro. Existen dudas sobre la capacidad de crecimiento, de transformar los productos y de convertirnos en una economía global. Por otro lado, hay reformas pendientes, como la del sistema financiero y la del sector público. Estos dos ámbitos generan desasosiego. Aquellas
empresas que han hecho sus deberes, que han salido a los mercados externos, notan cómo se ha deteriorado la marca España, sobre todo por las dudas y la incertidumbre.
¿Qué empresas han hecho sus deberes?
Todas aquellas que han hecho cambios. Casi todas las empresas han tenido que liderar procesos de refinanciación, y los bancos les han exigido estrategias diferentes y medidas de optimización de los resultados. Hay empresas que, ante la caída brutal de resultados, han tenido que realizar ajustes. ¿A quién ha impactado menos la crisis? A aquellas que han hecho una oferta distinta y han diversificado su negocio. Hay algunos signos de alegría que indican que se vuelve a reactivar la economía, sobre todo en las exportaciones y en el turismo; pero tenemos el sector de la construcción parado. Y los demás, esperando que fluya el crédito.
¿El sector público es complejo de reformar?
Se requiere determinación y liderazgo para llevarlo a cabo, además de consenso. No es fácil y es caro. Por ejemplo, la reforma de la justicia requiere de inversión para poder hacer el cambio, que también pasa por el desarrollo de los funcionarios, por su evaluación y por los planes de desarrollo. Para cambiar algo hay que involucrar a todos los actores, suele haber resistencia a los cambios.
¿El primer objetivo es saber gestionar personas?
El primer objetivo de un gestor es buscar la diferenciación, debe perseguir vocación de liderazgo, a través de la innovación en los modelos de negocios, productos y servicios. Y son también las personas las que consiguen esa diferenciación. Es importante que todos trabajen de forma armonizada. Ahora, con la crisis, hay que conseguir que todos los ámbitos funcionen de forma eficiente. En PwC trabajan 3.800 personas, somos un modelo exigente, pero probado, de personas, con un sistema de partnership, porque nuestro compromiso es dejar la compañía en mejores condiciones que cuando la cogimos. Invertimos en personas porque queremos retener el talento y queremos que haya orgullo de pertenencia.
¿Por qué en época de crisis cuesta mantener el compromiso con los empleados?
Es clave el compromiso y pensar en el largo plazo. Ahora es cuando la gente exige proximidad, que se le diga cómo contribuye a los resultados de la empresa. Hoy en día no gestionamos masas, se requiere un modelo individualizado. Es el futuro. Hacemos el esfuerzo porque la gente percibe que nos preocupamos uno a uno por ellos. Ahora, todos quieren saber su potencial porque hay que trabajar más por menos. Después de tres años de trabajo duro hay que volver a estimular a la gente, decirle que se va hacia adelante. Hay que conciliar el realismo del momento y el crecimiento futuro.
¿Tienen una rotación elevada?
Somos una escuela para los profesionales. Nuestra rotación no supera el 20%, y ahora con la crisis se reduce a la mitad. Nuestra gente se marcha de la empresa porque se va con nuestros clientes, que identifican su valía.
¿Cómo gestionan las salidas?
Hay gente que no se adapta a la máxima tensión y que el compromiso y el desarrollo no encaja con su vida. Luego está la gente que aspira a desarrollar su carrera y a ser socio. También es un trampolín para desarrollar carrera fuera. Gestionamos este tipo de salidas, las crisis, pero no hemos gestionado en este tiempo ERE ni conflictos. En lo que va de ejercicio de julio de 2010 a julio de 2011, hemos contratado a 600 personas y han salido 350. La media de edad en la empresa es de 29 años, y la del socio director, de 35 años.
¿Qué le aporta trabajar con gente más joven?
En PwC nos jubilamos con 60 años y no perdemos el contacto con la gente. Nos preocupamos de los cambios de gestión de las generaciones más jóvenes, ya que tenemos que hacer ajustes en ciertos espejismos, como, por ejemplo, recuperar la cultura del esfuerzo. Hay que recordar que nadie llega a ser líder sin esfuerzo. En los últimos tiempos el salto entre la formación y el primer empleo se había relajado. En cambio, tienen puntos fuertes.
¿Por ejemplo?
Tienen otro tipo de habilidades y sobre todo una formación tecnológica superior, pero hay que incorporarlos en el trabajo en equipo. El conocimiento de inglés también se nota y tienen unos valores responsables.
¿Vivimos una crisis de valores?
Revisitar los valores de la ética me resulta cuestionable, porque todo esto está en el ámbito de las empresas, que han trabajado por ser mejores ciudadanos para ser líderes.
"Toca volver a arremangarse"
Acaba de estrenar su segundo mandato y le quedan todavía cuatro años por delante. En este tiempo, a Carlos Mas le gustaría "conseguir una firma que marque la diferencia en el concepto puro de liderazgo". Esto quiere decir que "cuando un cliente identifica un problema y acude a PwC, me gustaría que no se nos buscara porque atendemos todo tipo de servicios y tenemos abogados, consultores o auditores, sino porque somos capaces de resolver problemas complejos y porque nuestros profesionales sean reconocidos como referentes". Porque cree que "la calidad es la excelencia que puede hacer que pases de existir a no existir".Opina que ahora se requiere un liderazgo complejo, que conlleva crear ilusión, motivar, inspirar o provocar. "Toca volver a arremangarse y manejar temas duros. El líder gestor es clave".

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