martes, 1 de febrero de 2011

Entrevista a Theodor Wolfgang Hänsch, premio Nobel de Física, el sabio del láser

 El científico alemán Theodor W. Hänsch (Heidelberg, 1941), concedió esta entrevista a la periodista Virginia Ródenas del diario ABC.es, cuyo texto íntegro lo pueden leer.
Cuando he dicho que venía a verle han exclamado ¡el hombre del láser! Y me ha sonado a super héroe.
- Pues ya me ve, de súper nada de nada.
- Pero algo raro tiene: rodeados de prejubilados a los 50, usted con 70 años sigue el al pie del cañón con la ilusión de un joven.
- Tengo la suerte de trabajar en la ciencia y puedo elegir los problemas a los que enfrentarme, así que elijo cosas que me interesen a mí y a mis alumnos. No puedo imaginarme una forma más interesante de vivir.
- ¿Ciencia es pasión?
- Para ser un buen científico hace falta disfrutar y comprender la naturaleza, ser curioso y obsesionarse con resolver problemas sin solución, y para eso hace falta pasión, como le hace falta a un artista.
- ¿Eso le mueve a indagar en la teoría cuántica?
- La física cuántica es una frontera muy interesante del conocimiento. Con 100 años, aún no la comprendemos bien, sus reglas son muy extrañas y desafían nuestro sentido común. Es todo un reto.
- ¿Y qué se propone?
- Hallar algo en el laboratorio que contradiga la idea actual de la física cuántica y dar el siguiente paso.
- ¿Su primer descubrimiento?
- Como alumno en Heidelberg descubrí unos efectos cuánticos en un láser de helio-neón, importantes para la transparencia inducida magnéticamente, una luz lenta que hallé en mi tesis doctoral. Más tarde, en Stanford (EE.UU.), encontré una forma sencilla de fabricar luz láser capaz de ajustarse a una gama de colores y que al tiempo fuera muy pura. Fue la revolución de la espectroscopia y se adoptó rápidamente en los laboratorios de todo el mundo. 
- Pero mucho antes fue niño investigador.
- Sí, sí, me fascinaban las ciencias, comprender el mundo y las cosas que ni los adultos entendían. Jugaba a hacer experimentos químicos hasta que una mezcla me estalló en la cara y me hizo perder audición. Entonces, la física me pareció algo más segura.
- Su  infancia también la marcaron las bombas.
- Tenía 2 años y recuerdo vivamente las sirenas. En Heidelberg no hubo bombardeos masivos. Sonaban las sirenas y corríamos a los sótanos y rezábamos... No sé si eso me hizo más fuerte, pero fue dramático.
- Que lejos entonces de pensar en un Nobel. ¿Cuando se lo dieron, ya lo tuvo todo?
- Ni mucho menos. La gente me pregunta para qué seguir si ya lo tengo y le digo que no trabajo para ganar premios, sino porque me interesa y es un desafío.
- Supongo que tampoco lo hará por dinero.
- ¡Ya ve lo que gana un profesor! Pero es que yo hasta pagaría por usar el laboratorio.
- Pues no lo diga muy alto. ¿Alguna vez se paró a pensar que sus hallazgos eran una revolución?
- No, pero tampoco lo hicieron los inventores del láser. Trabajé con Arthur Schawlow, mi profesor en Stanford y que inventaba el láser con Charlie Townes. Él dijo que pensaban que el láser podría ser algo curioso, pero sin aplicación concreta. Creyeron que era una solución que buscaba un problema y no al revés. Y ahora prácticamente no podríamos vivir sin él.
- Su uso abarca multitud de campos científicos. Por ejemplo: una ráfaga de luz láser en el aliento podría diagnosticar cáncer o asma.
- Es que cada día su uso se amplía en medicina.
- En el campo de las comunicaciones, ha dicho que en 2020 veremos en casa películas holográficas.
- Hay laboratorios que trabajan en ello. La frecuencia del láser ayudará a incrementar el tráfico de datos.
- Y tanto progreso hace mejor al hombre?
- No. Ni nos inmutamos al dañar a nuestros semejantes y más conocimiento científico supone poder hacer daño con más eficacia. Por eso debemos trabajar desde otros ámbitos y que no suceda.
- No se si buscando la luz se ve la esperanza.
- Tratamos de saber para vivir mejor. Nuestra esperanza es comprender más el mundo en que vivimos y las reglas que lo rigen.
- ¿Y a Dios, se puede llaegar a ver a Dios?
- No, pero sí un mundo maravilloso y su evolución.
El hombre de la luz
El hombre de la luz. Theodor W. Hänsch (Heidelberg, 1941) compartió en 2005 el Nobel de Física con John L. Hall por contribuir a mejorar la espectroscopia, haciendo que el láser midiera con precisión la frecuencia de la luz. De la medicina a las telecomunicaciones (películas holográficas), industria o ciencias aplicadas han sido revolucionadas por sus hallazgos. Curioso empedernido y trabajador incansable, dirige el Instituto Max-Planck de Óptica Cuántica (Garching) e indaga si la teoría cuántica es la más perfecta que haya existido. Colaborador de la Fundación BBVA, su consejo a los alumnos es: «Encontrar por encima de todo algo que os interese profundamente y trabajar en ello».
 (fuente: ABC.es (Virginia Ródenas))

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