martes, 1 de marzo de 2011

Entrevista a George Soros, creador de Quantum Fund

George Soros, nacido el 12 de agosto de 1930 en Budapest, huyó del régimen comunista húngaro en 1947 para fincarse en Inglaterra.
Despues de diplomarse en la London School of Economics, se trasladó en 1956 a EEUU, donde creó Quantum Fund, que se ha convertido en uno de los primeros fondos especultativos mundiales.
Su nombre está asociado a la caída de la libra esterlina en 1992, obligando al Reino Unido a abandonar el Sistema Monetario europeo. Su fondo Soros Fund Management gestiona alrededor de 27.000 millones de dólares.
Entrevista
¿Piensa que la presión al alza sobre los precios de los alimentos seguirá durante varios años?
Sí, ciertamente, ya que aún se subestima por completo la relación entre el calentamiento del clima y la penuria de productos alimenticios. Es un factor crucial y estructural. Es el inicio de un ciclo en el que el calentamiento del clima va a desempeñar un papel esencial en la producción de alimentos.
Por supuesto, hay otros factores. Existe un elemento de especulación en un contexto en el que las materias primas se han convertido en una auténtica clase de activos. El alza de los precios de los alimentos es, asimismo, el resultado de la aceleración del crecimiento económico de los países emergentes, donde va a crecer el aumento de la demanda de productos alimenticios, especialmente en China y la India. Pero
también existen trastornos ligados al cambio climático. Y nada se ha hecho en este ámbito.
¿Puede hacer algo el G-20 en este ámbito?
En materia de lucha contra el calentamiento del clima, no hay acuerdo alguno en el seno del G-20. Por lo tanto, ya no basta con hablar del asunto. EEUU sigue muy rezagado en este tema. Por desgracia, no existe motivo alguno para situar el calentamiento del clima en el centro de la agenda del G-20, dado que Barack Obama simplemente no podrá presentar reforma alguna ante el Congreso. La victoria de los republicanos en la Cámara de los Representantes es, en este sentido, un nuevo revés.
¿Hay opciones de que progrese la otra gran prioridad de la presidencia francesa del G-20 con relación a la reforma del sistema monetario internacional?
Desde el G-20 de Londres, han aparecido divergencias entre los principales países. Y se necesitarán muchos esfuerzos para reducirlas. Sin embargo, existe la posibilidad de que las negociaciones sobre los derechos especiales de giro (DEG) lleguen a un acercamiento entre los EEUU y China. En efecto, Pekín quiere reforzar el uso de los DEG, pero esto implica aumentar la convertibilidad de la cuenta de capital de China, que ahora es muy limitada, con objeto de que el renmimbi se convierta en una moneda elegible. Por su parte, Washington desea que el renmimbi sea más flexible. Por tanto, existen los elementos de un compromiso internacional sobre la moneda. Pero esto llevará tiempo y requerirá mucho trabajo.
¿Camina el mundo hacia una reducción del papel del dólar como moneda de reserva?
No, porque los DEG no son una moneda, sino una combinación de divisas. Esto puede convertirse en una unidad de cuenta. Cuando hablo de un uso ampliado, ello no implica necesariamente emisiones anuales de nuevos DEG. Sin embargo, se puede plantear la creación de obligaciones a largo plazo extendidas en DEG. Esto merece un estudio y podría dar un nuevo impulso al G-20. En cambio, el globo sonda de un regreso al patrón oro, lanzado por el presidente del Banco mundial, Robert Zoellick, no me parece muy creíble.
¿Está en retroceso la amenaza de una guerra de monedas?
No, aumenta. La guerra de monedas ya está declarada, dado que, en la práctica, existen hoy en día dos sistemas monetarios: el sistema internacional y el de China que, de nuevo, separa su cuenta corriente de su cuenta de capital. El hecho de que China haya elegido dejar su cuenta de capital cerrada le proporciona una gran ventaja, mientras sea la única en hacerlo. Brasil, Corea y otros países asiáticos están tentados por esta tendencia. Se corre el riesgo de llegar al fin del libre movimiento de capitales y del tipo de cambio, y a una pérdida para todo el mundo. Sería un grave revés. Aún no hemos llegado a esto, pero vamos en esa dirección.
La amenaza de guerras comerciales es un auténtico tema de preocupación. Es necesario que China se acerque al sistema monetario internacional a través del instrumento de los DEG.
¿Sigue existiendo el riesgo de una "Europa a dos velocidades"?
Es un riesgo político muy serio. Si se institucionaliza una Europa a dos velocidades, existirá el riesgo de enormes tensiones entre los países acreedores y los países deudores más endeudados. Ahora, aún se considera como sacrosanta la deuda existente. Esto coloca a los países deudores en una posición de desventaja permanente.
Habría que modificar el plan actual de dos maneras: en primer lugar, habría que permitir la reestructuración de la deuda existente; a continuación, habría que modificar el mecanismo del fondo de rescate, para que pueda proporcionar préstamos no solo a los gobiernos, sino también al sistema bancario. De hecho, sería mucho más ventajoso tener un plan europeo de rescate para los bancos que un dispositivo país por país.
Además, la mayoría de las pérdidas de las obligaciones de Estado serán asumidas por los bancos centrales, no sólo por el sistema bancario. Los bancos centrales son muy reticentes a la hora de mostrar pérdidas en sus balances, pero se podría evitar transfiriendo las pérdidas al fondo de rescate. Se podría reducir así el lastre de los Estados y evitar el peligro de una Europa a dos velocidades. De lo contrario, se podría agravar la diferencia entre países acreedores y países deudores.
¿Cuál es su opinión sobre la propuesta francesa de un impuesto internacional sobre las transacciones financieras?
Un impuesto sobre las transacciones financieras es una buena idea. Existe un IVA sobre las transacciones físicas, ¿por qué no un impuesto sobre las transacciones financieras? Al fin y al cabo, los bancos han causado cuantiosas pérdidas para los contribuyentes, ¿por qué no iban a contribuir también? Esto crearía una nueva fuente de ingresos sobre una base fiscal más amplia, lo cual sería coherente con los esfuerzos de reducción del impuesto sobre la renta.
Probablemente, los americanos se opondrán a ello, pero la idea podría adoptarse a escala europea. Por desgracia, Londres parece querer frenar este proyecto por motivos que se me escapan, dado que los británicos serían los primeros beneficiados.
(fuente: Eleconomista.es (Pierre de Gasquet/ Les Echos)

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